viernes, 6 de abril de 2007

Muñequitos rusos, nostalgia cubiche

Desde que descubrí el blog Muñequitos rusos, el tema me ha estado dando vueltas en la cabeza. Gracias a los posts de Akekure y a los muchos comentarios de sus lectores, más la ayuda inestimable de YouTube, he ido recomponiendo unas historias infantiles de las que sólo me quedaban algunas imágenes y frases sueltas. Al cabo de veinte años, después de visionarlo en ruso, que es como decir en chino, y en colores por primera vez, he recuperado, por ejemplo, esa fábula del elefantico orejón que, tras comerse el fruto del árbol en que se convierte la espina regada por él, crece súbitamente hasta merecer el nombre de “Elefante”. “Orejitas a cuadros”, “Pelotica traviesa”, “Microvic”, “Bakulin y Plejachi”, “El cartero Fogón”, "La familia Florich", entonces odiados, se han vuelto recuerdos más concretos y hasta entrañables.

La nostalgia no ha de desterrar, sin embargo, del todo a la crítica; hay que preguntarse qué sentido tiene este "revival" de unos dibujos animados que, como evidencia la famosa anécdota de Bernabé en Detrás de la fachada, buena parte si no la mayoría de los niños cubanos aborrecíamos. "The cartoons have become an important marker for this generation of Cubans born in the late 1960s and early 1970s. Although some members of that generation articulate that they never truly liked those cartoons, they still serve them as symbolic glue in today’s world", apunta Jacqueline Loss en un agudo ensayo dedicado a rastrear en el arte y cultura de los noventa los restos del imperio soviético en Cuba (“Vintage Soviets in post-Cold War Cuba”,
Mandorla: Nueva Escritura de las Américas, 7, Spring 2003).

Lejos de la intención crítica, paródica, con que esta huella aparece en "Los músicos de Bremen" de Porno para Ricardo y su correspondiente video clip, muy bien analizada por Loss, Muñequitos rusos aparece como el sitio del puro recuerdo, ajeno a toda intervención artística o política. Pero la pureza de esa memoria sólo puede ser conservada con un sostenido esfuerzo de desterrar a la política: en el campo donde se cultiva la memoria de aquella etapa anterior a la caída del muro de Berlín se da una inevitable tensión entre nostalgia e ideología que vale la pena pensar un poco.
La declarada intención de Akekure de dejar fuera el tema político para no enturbiar el recuerdo compartido de aquellos dibujos animados, responde desde luego al propósito de trascender momentáneamente las diferencias políticas, cumpliendo la fantasía de ser de nuevo niños sentados a las 6 de la tarde frente al televisor Caribe. Ahora bien, esta fantasía podría resultar sospechosa de encubrir otra cuyo objeto no fuera ya ese “paraíso de la infancia” que en palabras de Jean Paul “todos debemos abandonar y hacia el cual todo regreso nos está prohibido por la edad, por la espada resplandeciente y cortante de la experiencia”, sino aquella etapa de amistad cubano-soviética que, entre 1972 y 1990, coincidió con la presencia entre nosotros de un buen número de productos culturales de los que, sin dudas, los más consumidos fueron justamente los muñequitos rusos.
Ciertamente, en algunas frases de Akekure es posible percibir cierta simpatía hacia el régimen cubano: la nostalgia del paraíso anterior a las preocupaciones y el estrés de la vida adulta llega a confundirse con la nostalgia de aquellos valores morales provocada por esta sociedad individualista y consumista. No es casual que a raíz de un post dedicado justamente a la ostalgie (uno de cuyos iconos fundamentales son Bolek y Lolek, el par de niños protagonistas de aquella serie de animados polaca que tanto vimos en Cuba) haya estallado el debate en torno a una cuestión política que, expulsada por la puerta principal, ya retornaba inevitablemente por la ventana de la cocina: anunciando el pistoletazo en el concierto de Akekure, un aventurado comentarista anónimo había interpretado “Fantito” como una predicción alegórica de la caída del comunismo en la que Tusa Cutusa, el “animal feroz”, representa al sistema represivo y Fantito al pueblo soviético en su largo camino de liberación.
Después de describir el curioso fenómeno de la ostalgie como “el deseo de regresar a una época donde uno todavía tenía esperanzas y sueños de un mundo muy distinto al de hoy, teñido por la desilusión”, Akekure apunta: “Pero esto no se diferencia mucho de lo que experimentamos con este blog recordando a los muñequitos rusos o todo aquello nos hizo tan felices en nuestra niñez. Al final todos sufrimos o disfrutamos la nostalgia y en el caso del sistema comunista nuestros recuerdos son más comunes (valga la redundancia )… convivimos con lo mismo: el mismo televisor, la misma pasta de dientes, las mismas colonias, las mismas compotas de manzana, el mismo uniforme, los mismos carros, los mismos juguetes y hasta los mismos espejuelos (aún recuerdo que los espejuelos míos (13 años) y de mi madre (40 años) eran idénticos pero de distinto color). Al final coincidimos más que la mayoría en nuestros recuerdos, quizá hoy no tanto en nuestros ideales políticos, pero ¿y eso que importa?”. Y, en respuesta a los lectores que le reprocharon olvidar que compartimos, además de todas aquellas cosas, “la misma falta de libertad”, insistió: “Este es un blog de muñequitos, DE NIÑOS, de recuerdos, no de política ni de violencia ni de guerra”.
La ostalgie, definida por Zizek como “un continuado apego sentimental al difunto «socialismo real» de la antigua RDA: el sentimiento de que, a pesar de todos sus defectos y horrores, algo precioso se perdió con su caída”, refleja la dificultad de toda una generación formada en el sistema comunista para adaptarse a una sociedad regida por la competencia y la iniciativa privada, o, entre los más jóvenes, que eran niños cuando cayó el muro, una simple rebeldía anticapitalista con algo de snobismo. En el caso cubano, no se ha producido el tránsito no por anhelado menos traumático de un sistema donde la vida, del todo regida por el estado, era más sosegada y segura, al mundo dinámico e individualista del capitalismo, pero las dificultades de la vida cotidiana en el “período especial” sí han sido el caldo de cultivo para una cierta nostalgia de la relativa abundancia de los años ochenta. En medio de escaseses sin cuento, se tiende a idealizar ese "mundo de ayer" en que uno podía comprar un litro de leche por la libre y hasta algunas manzanas en el puesto de la esquina, y se comprende que muchas personas, asfixiadas por tan perentorias necesidades, de buena gana regresarían a aquella época en que los fungibles venían “convoyados” con las clases de marxismo-leninismo, las guardias de comité y, desde luego, los muñequitos rusos.
Ahora bien, la mayoría de los comentaristas del blog de Akekure, así como los que se han dedicado a subir a YouTube muchos de aquellos dibujos animados, viven fuera de Cuba, son parte del grupo enorme de los que se han salvado de Tusa Cutusa mediante la última de las maneras posibles: saber escaparse. "Even though the first waves of Miami Cubans felt that their world was destroyed by the Soviets, in more recent years, successive generations of immigrants transform Miami, and in the absence of Cuba, they utilize los muñequitos rusos as a resource to reconstruct their youth and homeland", apunta Loss. Se trata, evidentemente, de un fenómeno sociológico significativo: es en Miami donde se ha extendido la costumbre de alquilar muñequitos rusos, junto con programas de la televisión cubana de antes y de ahora, mientras que en los bancos de video clandestinos de La Habana lo que se oferta son programas de “allá”: El show de Cristina y Sábado gigante constituyen un escape a las mesas redondas y los discursos ideológicos, vislubres del mundo maravilloso que es la sociedad de consumo para quienes viven en la Isla.
Los muñequitos rusos vienen a cumplir, para estos exiliados o emigrados que no conocieron la Cuba anterior a la llegada de Castro, una función menos “ostálgica” que identitaria. Al constituir una parte importante de la memoria de un par de generaciones de cubanos nacidos después de 1959, sirven para reafirmar no un sistema político sino una experiencia nacional-cotidiana. El hecho mismo de que los repitieran una y otra vez, que tanto nos molestaba entonces, contribuyó a fijar un repertorio de frases e imágenes que hoy no por gusto son parte de esas “pruebas de cubanidad” que, parodiando a las de nacionalidad norteamericana, han proliferado en foros y sitios cubanos. ¿quién, nacido entre fines de la década de 1960 y los de la siguiente, no sabe qué es lo que va regar Fantito? ¿o que Naricita, el triste rinoceronte enjaulado, “se hiela, no come nada”?
Hemos pasado, pues, del modo ingenuo en que los niños que fuimos consumimos esos dibujos animados en los setenta y los ochenta, al modo sentimental del exiliado que los consume como significantes de todo un sistema de experiencia. Pero en el blog de Akekure el rescate sentimental que propiciaría el regreso imaginario a aquella fase del espejo en que no habíamos entrado aun en la traumática escisión de lo simbólico pasa por una actividad historiográfica y analítica que evidentemente constituye un paso más lejos de esa ingenuidad que se pretende reproducir. De niños, no distinguíamos entre los muñequitos rusos y los que procedían de otros países socialistas, ni teníamos conciencia de cuándo fueron realizados, ni nos interesaba de dónde procedían sus argumentos. Es sólo ahora, gracias a esta distancia paradójica, que los muñequitos rusos, entonces subvalorados en relación de aquellos otros americanos que eran familiares para nuestros padres, se nos vuelven realmente valiosos desde el punto de vista estético.
Si durante las primeras décadas de la Revolución la animación soviética siguió los modelos de Disney, y aun después de la segunda guerra mundial muchos también fueron influidos por la Warner, como manifiesta la obvia semejanza de ¡Nu pogodi! ("Deja que te coja" en la versión cubana), la serie más famosa de la URSS, y "Tom y Jerry", de Hannah & Barbera, en los sesenta y setenta se desarrollaron estilos muy originales en aquel campo que, a diferencia de otros terrenos artísticos, estaba menos determinado por el dogma ideológico. Fantito, con su fondo espectral y su música electrónica, es una joya, como lo son Los músicos de Bremen y, sobre todo, El rescate de las novias.
Esta mezcla de valor estético y valor sentimental es, en mi opinión, lo que distingue al blog de Akekure. En medio de tantos sitios cubanos dedicados a la actualidad política o al análisis de nuestra catastrófica historia reciente, "Muñequitos rusos" viene a ser una especie de oasis reparador. Allí la memoria no es inconsolable, como lo es siempre que está en primer lugar el recuerdo necesario de la Hecatombe que ha sido la Revolución; no es memoria de la vida dañada por la represión policíaca, el adoctrinamiento ideológico y las dificultades materiales, sino rescate de una experiencia que la magia de la infancia alcanzó a preservar de la plaga de langostas.

35 comentarios:

Kubalgie dijo...

Hola duanel,
he leído algo apurada tu análisis sobre el Blog de Akekure y coincido bastante contigo.
Vengo siguiendo el Blog desde Octubre 2006 y fue con ese Blog y con el de Penúltimos con los que (para bien o para mal) comenzó mi recaída en el tema Cuba.
Fui testigo del debate que se generó y que en algunos momentos resultó bastante desagradable. Veo que Ake ha borrado algunos de los comentarios radicales, está en su derecho, pero eran interesantes. Llevo tiempo pensando escribir algo sobre la psicodinámica del Blog.
Saludos
K

Duanel Díaz Infante dijo...

Hola Kubalgie, yo descubrí el blog en enero de este año, desde que tengo internet en casa, pero he recorrido todos los post y buena parte de los comentarios, que son muy interesantes. También he visto algunos muñes rusos en YouTube, aunque espero que los que se alquilan en Miami sean doblados al español, tal como los veíamos en Cuba. Sí, ese debate político en medio de un blog apolítico fue muy interesante y revelador: expulsaba por la puerte principal, la política regresaba por la ventana de la cocina, je, je. Oye, eso se la "recaída" parece que es como una enfermedad crónica, no? Y a ver cuándo pones otra carátula, que la última te la batié rápido, je, je.

Manuel Sosa dijo...

Duanel, me quitaste un tema que pensaba tratar. Y me alegro, pues te has metido en aguas que yo no hubiese sondeado.

En estos días he estado de mudanza, y casi ni he podido escribir. Quizás en unos días me ocupe del tema "nostalgia 70's y 80's" usando la música como referencia directa. Yo estoy consiguiendo grabaciones de esa época, pop cubano, que nunca se han editado en compacto.

Bueno, con respecto a los muñequitos quiero tirar un par de notas.

¿Tú sabías que en Sancti Spiritus (mi pueblo) hacen un festival anual de muñequitos rusos? Creo que se llama KONIEC o algo por el estilo. Lo hace la AHS.

Aquí en Atlanta he conseguido, sin proponérmelo, tapes de muñequitos rusos. Tuve unos vecinos moscovitas. Y tengo una amiga ucraniana que me los han regalado para mis niños. Con ellos hice un experimiento: les puse el de los cosacos, y el de los músicos de Bremen, el de los 40 papagayos. Y les encantaron. El idioma ruso les resulta gracioso.

Creo que también se debe hablar de aquello de Los Yoyos, los títeres cubanos, los muñequitos, etc. El otro día empecé a escribir un post contra Elpidio Valdés, pero lo deseché. Algunos de mis amigos me hubiesen declarado guerra abierta.
Gracias. MS.

Jorge Luis Arzola dijo...

Pues yo acabo de descubrir el blog de akekure gracias al post de Duanel...Y sí, coincido contigo en casi todo, Duanel. Y a propósito, ¿sabes cómo se llamaban aquellos muñequitos rusos en que unos sapos decidían apoderarse del riachuelo? Lo recuerdo, al igual que el de Tusa Cutusa, con mucha mitalgia :) :)
saludos

arzola

Duanel Díaz Infante dijo...

Manuel, me he dado cuenta que en estos días no has actualizado tu blog diariamente, como de costumbre, pero espero que pronto vuelvas a las tuyas. y te animo a que escribas tus propias reflexiones sobre este tema de los muñequitos rusos, pues aquí hay, como dicen en España, "tela marinera". Me interesa mucho eso de la música de esas décadas. Por cierto, ¿conoces una canción de Pancho Amat que hacía una crítica del dinero? tambiéwn estoy recopilando información sobre los juegos con contenido ideológico, como "Zafra", "Deuda eterna", etc., los contenidos de los libros escolares de los sesenta y setenta, etc. así que, cualquier cosas que recuerdes, tira pácá. Saludos, D.

Duanel Díaz Infante dijo...

Arzola, recuerdo que había uno del riachuelo, pero no estoy seguro si era ese que dices de los sapos. Fantito, Deja que te coja, El antílope dorado, Pedrito el policía, Rumsay el leñador, El desollinador, Vuela vuela hojita mía, El pajarito Tari: la lista es larga, y hay muchos de ellos en YouTube, lo que están todos en ruso. En los comentarios del blog de Akekure verás que hay gente que tienen una memoria prodigiosa, se acuerdan de los más mínimos detalles. Saludos.

Manuel Sosa dijo...

Arzola, ese de los sapos te lo ponían a ti especialmente, porque yo no me acuerdo. Ja ja. En mi albergue de la universidad había un tipo que se emborrachaba, y recitaba (palabra por palabra, y fingiendo la voz y todo) el de "Plumita de oro".

Manuel Sosa dijo...

Duanel, no recuerdo esa canción de Pancho Amat.

Sí recuerdo un grupo de salsa que cantaba: "Nace un organiiismo, creece, se multipliica y mueeereee". Parece que no querían que los acusaran de chabacanos.

Y ayer por poco me muero de la risa cuando recordé la estrofa final de una canción de Osvaldo Rodríguez decicada a Tamayo:

"Se irguió Tamayo y de su pecho (mismo
surgió nuestra consigna aún más (fuerte,
en ruso y español un Patria o (Muerte
por Lenin, por Martí y el (Socialismo".

Insuperable.

Jorge Luis Arzola dijo...

Bueno, Sosa, pero si te tienes que acordar de aquel de los tiznados: tiznado, tiznado!! Te lo diré en ruso; sonaba más o menos así: "ayausetú" Tiznado!!

Duanel Díaz Infante dijo...

Oye, Manuel, no conocía ningunad e las dos camciones. ¡un grupo de salsa cantando una canción con contenido de clase de biología! ¡eso está buenísimo! y la de Osvaldo Rodríguez es, como dices, insuperable.

Ernesto dijo...

Arzola, la transcripción de esa frase es A ia ushé tut: en ruso, "ya estoy aquí". Y por supuesto que yo sí me acuerdo.

Ernesto dijo...

Sosa, Elpidio Valdés, patriota sin igual, siempre se puede resemantizar. Aunque claro, muestra una -cómo te diría?- visión sesgada de la historia nacional...

Anónimo dijo...

buena identificación con el elefantico orejón: sin duda no has aprendido nada y sigues anclado en la estética de la bobería: pero ¿cómo se llamaba el policía (sovietico) gigante?

Anónimo dijo...

tio stiopa.un saludo a todos y bastante buena reflexion aunque a mi me parece que el blog de akekure no le falta ni le sobra nada.

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Estos blogueros están para siquiatría. Les confieso que a mi la Revolución me salvó, milagrosamente, de la nostalgia de los muñequitos rusos. Porque como yo nací en el 64, mis primeros muñequitos, que veía en casa de unos vecinos que tenían un RCA Victor, eran todavía los del Ratón Miguelito, Pluto y Lulú la de la chambelona. Cuando mi padre consigue comprar un televisor Electrón 206 yo tenía como diez años y no recuerdo tampoco que hubiera muchos muñequitos rusos en el 74. En el 76 me beco en Jaguey Grande y se jodieron los muñequitos rusos y cualquier tipo de muñequitos, pues los becados teníamos 2 televisores Toshiba en colores para 500 estudiantes y con un horario muy restringido, es por esa razón que, desde esa fecha hasta 1987 en que me gradúo en la Universidad practicamente, no vi televisión en mis años de infancia y juventud. Lo cual agradezco enormemente pues desarrollé el gusto por la lectura y además me salvé de los muñequitos rusos.
Ahora, les voy a decir una cosa, durante los 90 desarrollé una nostalgia tremenda por la carne rusa, soñaba con el espan, con el chícharo, con la pasta pomorín y neopomorín. Hoy, todavía, tú te le acercas a mi madre sigilosamente por detrás y le gritas "TRONCHO" y en vez de austarse se le hace la boca agua.
Como dice ella, "barriga llena corazón contento" y como hay muchas barrigas llenas fuera de Cuba, pues el corazón se les pone cachondo.
Yo siento una nostalgia por aquellos trenes que retrasaban 12 y 14 horas, por aquellas chismosas de tubos de pasta dentrífica rellenos de algodón e inmersos en luzbrillante para alumbrarnos en aquellos nostálgicos apagones que no nos dejaban ver los muñequitos rusos. Que nostalgia tengo de aquellas guaguas en las que nos colgabamos de las puertas porque no cabiamos adentro. Que arte más original de aquellos zapatos chinos que se despegaban a los tres días de comprados, de aquellos adornos confeccionados con el plástico de los desodorantes de tubo. Todavía se me humedecen los pies cuando pienso en aquellos zapatos Kikos plásticos que nos daban una vez al año en la secundaria y pre. Que moda más sublime aquella de los pantalones de Kaki y las camisa de mezclilla de las milicias y a la escuela ibamos con botas cantando una canción de Lennon. Joder con la nostalgia, está visto que se puede estar nostálgico de cualquier cosa. Yo me imagino que dentro de poco los DVD con los discursos del comandante se venderán como pan caliente en la calle 8 de Miami.
En cuanto a los Muñequitos Rusos, por lo pronto, yo me quedo con la canción homónima de Punto y Coma.

Duanel Díaz Infante dijo...

¿qué canción es esa Liborio? ¿qué es lo que dice?

akekure dijo...

Hola Duanel, me encantó tu post y se lo envié por email a Jacqueline Loss a quien conocí en Connecticut en un simposio sobre le influencia de la URSS en Cuba.

Siento no haber respondido tus comentarios en mi blog, es que solo lo hago a quienes me envían un email (por vagancia y falta de tiempo)

Un saludo

Ake

pd. dime si puedo enlazar tu post en munequitosrusos.

Duanel Díaz Infante dijo...

Akekure, claro que puedes enlazar mi post en tu blog. Supe de ese simposio, pues conozco a Jacqueline Loss y estamos en contacto. Hoy encontré la canción de Punto y coma sobre los muñequitos rusos. No sé si ya alguien lo puso en tus comentarios, pero por si no, aquí te dejo el URL por si quieres poner un link en tu blog: http://www.killcastro.com/PuntoyComa/index.html

Duanel Díaz Infante dijo...

Liborio, ya encontré la canción, que está en un site cubano. Gracias.

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Duanel yo no me acuerdo del texto pero era algo así como que Chiburaska vendía gasolina y el Tio Stiopa trabajaba en el agromercado y ese tipo de cosas. Es una descripción de como se transformaron las cosas en Cuba, en el sentido de que yo era ya mayorcito y todavía se veían comics americanos, sin embargo los muñequitos rusos se acabaron en un dos por tres y como se quedan sin trabajo se ponen a hacer las cosas que normalmente hacemos, es decir el mercado negro, la corrupción y todas esas cosas. Está que no tiene precio, pero no es de las que ponen en la televisión como la de La Puerca Caridad, sino de esas que iban de casette en casette hace como 10 años, la música era la de "Florecían manzanas y perales, ya de nieve el río se cubrió y Kastiusha en la apartada orilla..." muy típicamente rusa. Ojala apareciera alguien que la tuviera y nos la hiciera llegar.

Infortunato Liborio del Campo dijo...

Ah no había visto que habías encontrado la canción, voy ahora mismo para allá. Chao

Anónimo dijo...

Hola Duanel
Es primera vez que entro en tu blog y me resulta bien interesante.
Sabes alla por los años 90 yo vivia en Miami y recuerdo que un dia que estaba visitando una novia en Cayo Hueso me puse a buscar una emisora de radio en el auto y de repente me encontre con Radio Reloj. Ya hacia cuatro años que habia salido de Cuba y no habia regresado. Para hacerte el cuento corto, te dire que pare el auto y estuve escuchando Radio Reloj durante casi dos horas y yo siempre odie y esa emisora cuando vivia en Cuba. Saludos Nelson.

Geronimo labrada dijo...

Hola Duanel,me parece super bien tu comentario y solo quiero agragar algo que se te escapa un poco ,nuestra memoria colectiva quedo atrapada del otro lado del muro,si bien quizas en algun momento Japon y USA con sus animaciones entraron a la cancha a jugar los muñequitos rusos,checos alemanes,ungaros ...etc nunca fueron vistos por alguien que no viviera dentro del bloque socialista...yo vivo en Chile y nadie tiene idea de fantito,ni chevuraska siendo hoy el simbolo de rusia en los olimpicos,todos se asombraron cuando vieron mis ojos llenarse de lagrimas al ver la bandera de la federacion rusa con Chevuraska al frente,tenemos una suma a nuestra identidad latina muy distinta de la experiencia del resto del planeta,te aseguro que nadie escucho mas musica rusa fuera de rusia que nosotros,aun escucho el tema inicial de palmas y cañas que comenzaba con una alegoria a la musica nacionalista rusa tocada por un laud imitando una balalaika,no es un tema politico el trasfondo es un tema sociocultural somos parte de un implante de algo que ni siquiera hoy podemos vislumbrar ..... con la profundidad de vivir los dos lados de la moneda y poder mirar la vida con otra perspectiva

Anónimo dijo...

Que bonito es recordar! Sea lo que sea, que bonito es verse en el pasado sentado frente al televisor en blanco y negro, con la boca abierta al principio y después recitando las canciones, los dialogos. No se pongan amargos mis compatriotas, es bonito recordar. No se pongan mas politicos de lo que eran cuando disfrutaban de estos muñequitos, de carton, de trapo, medios turbios y molidos pero que en fin hacían nuestras tardes de tormentas amenas. Que bonito recordar, que no les contamine la mente los pensares del presente porque aller esos eran los muñequitos de su vida. Que bonito es recordar

Duanel Díaz Infante dijo...

gerojr, tienes razón en eso. Los muñes rusos distinguen nuestra memoria de la del resto de los latinos, como que Cuba fue el único país comunista de Hispanoamérica. Pero con respecto a esto, me entró una duda al comprobar que el doblaje de Fantito es argentino, lo cual indica que quizás allí también se veía, y si se veía ese se podían ver otros.

Anónimo dijo...

No Duanel, el hecho que Fantito fuera argentino no es que se viera allá, eran personas que doblaban el personaje con ese acento porque aprendieron el idioma castellano en Argentina, creo que va más por ese lado.

Anónimo dijo...

Duanel:
En Argentina se distribuyeron varios muñequitos rusos en video, a mediados y fines de los 80, aunque no creo que se doblaran acá... Todos empezaban diciendo: "Sovexportfilm presenta..."

Anónimo dijo...

Hola Duanel, me ha encantado la reflexión que has hecho sobre los muñequitos rusos, yo he descubierto la página en Abril del 2007. he visto el comentario de Sosa acerca del Festival Koniec que se celebra en Sancti Spiritus, también soy espirituana y pertenezco a la AHS, ahora vivo en España hace 3 años`pero trabajaba en la Radio sancti Spiritus así que participé en el primer Festival que se hizo fue maravilloso volver a la infancia pues era un tema habitual cada vez que nos reuníamos los de la misma generación, el Festival surgió precisamente de una de esas conversaciones la presidenta de la AHS por esa època puso manos a la obra y repito fue genial.Ahora veo los muñequitos en Youtube y se los pongo a mi hija de 6 meses a regañadientes del padre.Gracias AGB

Anónimo dijo...

Hola Duanel, primero saludos de un compatriota Holguinero. Es muy pero muy interesante el tema del impacto de los muñequitos rusos en la cultura y mentalidad de los cubanos de esta generación. Personalmente soy contemporaneo contigo y estudie en el IPVCE de Holguin y luego en la Habana, cuando me reuno con amigos que comparten mis mismos intereses y formación invariablemente terminamos hablando de los muñequitos rusos, concordamos en que la propuesta es muy diferente a lo que globalmente se ve como animados para niños y muchas veces el contenido conceptual que los sustenta es bastante complejo para ser percibido por ellos. Por eso son unicos, ni mejores ni peores, y son ya parte de nosotros aunque no lo queramos. Muchas veces he conversado con estudiantes rusos del college en que estudio y se quedan sorprendidos de la memoria y detalles con que recuerdo esos animados. Estoy de acuerdo que ahora, y vistos desde otra perspectiva, nos damos cuenta que la propuesta estetica es muy respetable.

Anónimo dijo...

He sido testigo de cómo latinoamericanos de varios países se sientan en una mesa y rememoran juntos series que se televisaron treinta años atrás y aún hoy se siguen transmitiendo (los capítulos antiguos, ni piensen que se ha trabajado en eso 20 años, llevan 20 años poniendo el mismo chavo del 8). Se sientan, conversan, sienten nostalgia, rememoran, se ríen, horas y horas, y desde afuera para quien no comparte esos códigos es hasta ridículo, porque al final hay que admitir que uno recuerda cosas tontas, pero con cariño. El detalle es que alrededor de esto no gira absolutamente nada de política. Mientras leía los comentarios acerca de cómo empapamos los cubanos de política e ideología nuestros recuerdos (con análisis bastante superficiales, hay que ser honestos) pensaba si quería rememorar como esos latinoaméricanos o como lo hacemos nosotros, y la verdad es que para ser adultos y vivir en el mundo en el que vivimos, prefiero el 'trauma' cubano. La vida es eso y pretender extirpar el contenido político de lo que nos rodea es una acción que nos vacía, es el membrete sin contenido. Esos muñequitos respondieron a un contexto, se trató de 'alimentar' las mentes infantiles con nuevas recetas y mezclas de antiguas, lo que sea, se trataba de inculcar valores en una generación de la que se esperaba mucho, que después no dimos nada es otra conversación, pero ciertamente se esperaba mucho de nosotros. Dibujos a través de los que se experimentaba la complejidad de los sentimientos humanos, no se buscaba la risa fácil o la estética simplona de pluto o el correcaminos (allá el que añore eso que hasta sociólogos norteamericanos han criticado de una manera tan funesta), inculcar compañerismo, autocrítica, valores estéticos, musicales, una mentalidad más abierta hacia lo diferente, normalizar que la mujer es fuerte y capaz, que las parejas interraciales son una opción válida, criticar el individualismo, el egoísmo, etc, es algo que yo aplaudo. Eso se hizo porque había un deseo parte de un proyecto político.

Parentesis dijo...

Quisiera antes que nada agradecer a Duanel Diaz por su excelente articulo
Es sumamente importante una aproximacion de ese tipo,consciente hacia todo ese fenomeno cultural llamado "muñequitos rusos", su tenaz persistencia en nuestra memoria, su inmensa importancia como producto cultural,valioso mas alla de los limites ( felizmente ) de la politica o la ideologia.
De hecho se esta preparando en La Habana una exposicion de artes visuales, la cual ocupara lugar dentro de un programa en el cual estara incluida la proyeccion de dibujos animados rusos, conferencias etc.
Dicha exposicion es una aproximacion critica a la influencia rusa y su huella en la Cuba de hoy.
Quisiera saber como encontrar dibujos animados de esa epoca en buen estado para incluirlos dentro del programa de proyecciones...
mi direccion de correo es ulises.ruh@gmail.com
Agradeceria cualquier informacion al respecto.
Gracias.

Parentesis dijo...

Quisiera antes que nada agradecer a Duanel Diaz por su excelente articulo
Es sumamente importante una aproximacion de ese tipo,consciente hacia todo ese fenomeno cultural llamado "muñequitos rusos", su tenaz persistencia en nuestra memoria, su inmensa importancia como producto cultural,valioso mas alla de los limites ( felizmente ) de la politica o la ideologia.
De hecho se esta preparando en La Habana una exposicion de artes visuales, la cual ocupara lugar dentro de un programa en el cual estara incluida la proyeccion de dibujos animados rusos, conferencias etc.
Dicha exposicion es una aproximacion critica a la influencia rusa y su huella en la Cuba de hoy.
Quisiera saber como encontrar dibujos animados de esa epoca en buen estado para incluirlos dentro del programa de proyecciones...
mi direccion de correo es ulises.ruh@gmail.com
Agradeceria cualquier informacion al respecto.
Gracias.

Anónimo dijo...

Excelente lo de dejar afuera la cuestión política, sobre eso ya hay demasiado, cansa, abruma, siempre es lo mismo. Bravo por Akekure.

weird amiga dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
weird amiga dijo...

Jorge Luis Arzola pregunta:
Y a propósito, ¿sabes cómo se llamaban aquellos muñequitos rusos en que unos sapos decidían apoderarse del riachuelo?
Creo recordar que se llamaba, precisamente, "El riachuelo".

Como en la mayoria de los muñes rusos, el poder de las historias, las voces y las imagenes de este en especial tenian una capacidad sin igual para penetrar la mente de los niños y quedarse ahi para siempre... como un trauma o pesadilla mal exorcizados. Fascinante.